EL AMOR DE DIOS ROMPE NUESTRAS CADENAS

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martes, 13 de agosto de 2019

LA VERDAD COMO VALOR CRISTIANO

Estudiantes lean el siguiente texto y saquen 3 ideas principales

El Valor de la Verdad
Hablar bien y siempre con la verdad y comportarse de acuerdo con lo que se piensa.


Por: P. Antonio Rivero L.C. | Fuente: Catholic.net 




Dice la Biblia en el libro del Eclesiástico 20,26: La mentira es una tacha infame en el hombre.

Este mandamiento sigue vigente, aunque hoy se diga: “Hoy día ya no es posible vivir sin mentira, ya no es posible hacer política y llevar negocios sin mentir”

Si tomáramos en serio el octavo mandamiento, casi no habría manera de charlar en los cafés, en reuniones de amigos; los diarios saldrían con las páginas en blanco, ¿no crees?

Este mandamiento salvaguarda nuestro honor y nuestra fama.

La Sagrada Escritura está llena de advertencias sobre este mandamiento. Se llega incluso a identificar a Dios con la verdad y al demonio con la mentira. Cristo vino a dar testimonio de la verdad. Es más, Él se autodefinió como el Camino, la Verdad y la Vida. Lo puedes consultar en el evangelio de san Juan, capítulo 14, versículo 6.

Suele decirse que el pecado es como un puñal que puede tener muy distintos tipos de hoja, pero en el que el mango casi siempre es el mismo: la mentira. Y es cierto: mentimos cuando decimos que amamos a Dios y sólo nos amamos a nosotros mismos.  Mentimos cuando justificamos nuestros pequeños o grandes robos.

Sabemos que la palabra es la expresión oral de la idea. De ahí que, por ley natural, aquello que yo expreso es algo que debe coincidir con lo que pienso. Si mi palabra no refleja la idea, estoy violentando el orden natural de las cosas, voy contra la ley de Dios. Por eso se dice que la mentira es intrínsecamente mala, es decir, no es mala porque alguien la prohíba, sino que es mala en sí misma. Y algo de suyo malo no puede producir nada bueno, aunque sean muy buenas las intenciones de quien actúa.

Al mentiroso hoy se le quiere llamar como aquel que “tiene chispa”, tiene “aptitud para la vida” o tiene “sentido comercial” o “viveza”. Pero en realidad eso no cambia la realidad: el mentiroso se daña a sí mismo, daña a los demás, daña a la sociedad y, sobre todo, desfigura la imagen de Dios en su alma.

Vale para todos este mandamiento, pero están especialmente obligados a vivirlo a fondo quienes están al servicio de los medios de comunicación social, o trabajan en el campo político, o gobernantes o candidatos que se postulan para ser presidentes de una nación. ¡No hay que mentir!

¡Cuántas veces escuchamos discursos de presidentes que después han sido puras mentiras, o verdades a medias! ¡Cuántos nos manipulan desde la radio y la televisión!

“¡No mentirás!” –nos dice Dios.

Si somos de Cristo, y Cristo es la Verdad… andemos en la verdad.



I. HABLEMOS DE LA VERACIDAD Y DE LA VERDAD

Para cumplir este mandamiento de Dios es necesario desarrollar en nosotros la virtud de la veracidad, la cual nos inclina a hablar bien siempre con la verdad y a comportarnos de acuerdo con lo que pensamos.

La veracidad es una forma de justicia, pues los demás se merecen la verdad y no el engaño.

Hablar de la verdad hoy, resulta no sé si difícil, pero al menos atrevido y, en cierto sentido, sarcástico.

Vivimos en un mundo donde nos venden la mentira en platillos de oro; asistimos a pactos incumplidos entre las naciones, donde sólo pusieron su firma, pero después se hizo lo contrario. Hay manipulación en las noticias en algunos medios de comunicación; desde las pantallas de televisión no siempre nos presentan la verdad del amor, de la familia, de la sexualidad; desde algunas cátedras universitarias se cercena la verdad del mundo, de las cosas, de la existencia; se niega a veces la existencia de un Principio y una Causa Primera que dé razón última a las cosas. Yo he conocido a jóvenes que entraron creyentes a la universidad y salieron agnósticos y resentidos contra la religión, por causa de algunos profesores que sembraron en sus mentes la duda y el rechazo de Dios.

Parece que hoy algunos no consideran la verdad como un valor. Por lo menos en la práctica.

Se tiende fácilmente a dar opiniones distorsionadas o a manipular los datos según distintos intereses. ¿No te has tentado alguna vez con esto?

Algunos partidos políticos anuncian a veces programas electorales que después no se cumplen y ni siquiera se quieren cumplir. Pon atención cuando alguien se postula para presidente de una nación: ¿Qué dice? ¿Cómo lo dice? ¿Cumple lo que prometió? ¿Cómo ha sido su trayectoria política, moral y familiar?

Se venden productos anunciándolos como lo mejor, presentándolos como panaceas capaces de conseguir por sí solos la felicidad de su comprador. ¡Cuidado!

La deformación de la realidad o la verdad a medias tienen carta de ciudadanía en nuestra sociedad.

lunes, 8 de julio de 2019

ORGULLOSOS DE SER PERUANOS




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